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Estudiantes, profesores: así es como aprende mejor el cerebro

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¿Cómo aprende mejor el cerebro? La ciencia cognitiva lleva unos 60 años investigándolo. Lo que ha descubierto en estas décadas supera con creces todo lo que se sabía con anterioridad al respecto. Lo curioso, sin embargo, es que los conocimientos a los que ha llegado la ciencia cognitiva durante este tiempo apenas se han transferido a los que más podrían aprovecharlo, alumnos y profesores. Lo sabe muy bien uno de los mejores investigadores en este campo, Héctor Ruiz Martín, neurobiólogo y director de la International Science Teaching Foundation. Desde hace años, investiga científicamente las circunstancias y acciones que hacen que nuestro cerebro aprenda mejor.

Tras escuchar varias de sus conferencias, hemos resumido algunas de las evidencias de las que ya dispone la ciencia cognitiva sobre el aprendizaje. Pero antes de entrar en materia, veamos algunas consideraciones importantes que hace el especialista sobre la capacidad de aprendizaje, ya que también existen muchos malentendidos sobre este punto.

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro


Capacidad de aprendizaje

Salvo en los casos de trastornos extremos, cualquier persona puede aprender cualquier cosa. Lo que limita el aprendizaje son las creencias autolimitantes. Más importante incluso que el interés por aprender es el concepto de autoeficacia: si nos vemos capaces o no de lograr un aprendizaje.

A su vez, nuestra creencia sobre si seremos capaces de aprender algo es lo que determina nuestra motivación, y esta creencia depende de las experiencias previas de éxito o fracaso en una materia. Por esta razón es fundamental que los educadores valoren y refuercen positivamente el esfuerzo de un alumno por aprender.

¿Qué es lo que hace que el desempeño varíe de unos estudiantes a otros?

Sin duda, la habilidad (innata) es importante, pero no decisiva. Otro factor diferenciador es el esfuerzo, ya que sin él, por mucha habilidad innata que se tenga, no se llevará a cabo el aprendizaje. No obstante, uno se puede esforzar mucho y no aprender (lo cual disminuye la motivación). Entonces, ¿qué factor marca la diferencia? lo que hacemos cuando aprendemos, porque esto está relacionado con cómo aprende nuestro cerebro. Es necesario aprender a aprender, conocer las estrategias más eficaces de aprendizaje. Además, si el alumno conoce estas técnicas estará preparado para afrontar retos más exigentes que se le presentarán después en la universidad.

Cómo aprende mejor el cerebro: memoria y relaciones entre significados

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

La memoria no es (solo) un disco duro, un mero almacén de datos sin sentido. No funciona así. Por esto el aprendizaje basado exclusivamente en memorizar no da buenos resultados. De hecho, hay diferentes tipos de memoria que se ocupan de diferentes objetos de aprendizaje. Y es la memoria semántica la que nos permite obtener conocimientos.

Este tipo de memoria, la semántica, no es muy buena aprendiendo datos, pero sí lo es aprendiendo conceptos e ideas. Funciona como una red en la que se va conectando todo lo que vamos aprendiendo, estableciendo relaciones de significado entre las ideas y los conceptos nuevos, y los que ya teníamos sobre ese ámbito del saber. Cuando, después, queremos echar mano de un conocimiento en concreto, lo que hace es reconstruirlo agregando estos últimos elementos aprendidos.

En otras palabras, la memoria se construye conectando lo que ya sabemos con lo que estamos aprendiendo. Por esto es tan importante entender los conceptos e ideas cuando aprendemos algo nuevo: es la única manera que tendrá nuestro cerebro de poder establecer las conexiones entre significados. Es decir, sin comprensión de aquello que memorizamos no hay aprendizaje duradero, ni aprendizaje que podamos aplicar a otras situaciones que requieran usarlo (resolver un problema matemático basado en lo mismo, interpretar un texto nuevo, etc.). En cambio, cuando hay comprensión, la memoria es capaz de aprender cualquier cosa y podemos aprender cada vez más conocimientos y de más complejidad.

Cómo se debería estudiar

En lugar de leer y releer una y otra vez un temario, hay que hacerlo a la inversa: después de leerlo con atención, comprenderlo, entender el sentido y las relaciones entre las partes del contenido, hay que explicárselo a uno mismo o explicárselo a otra persona. Así es como nuestro cerebro consolida mejor un aprendizaje. Por la misma razón, poner ejemplos y crear analogías nos ayudará a “fijar” ese aprendizaje en la memoria.

Otra cuestión importante es la práctica espaciada: una vez que sabemos, por ejemplo, cómo resolver un problema porque lo hemos hecho varias veces, deja de ser útil seguir haciendo más ejercicios para consolidar el aprendizaje. Lo eficaz, cognitivamente hablando, es dejar pasar unas horas o días. Por la misma razón, si se estudia en el último momento para un examen, lo que se retenga va a ser un aprendizaje efímero. Además, dormir es imprescindible para consolidar lo que se aprende.

¿Qué ocurre si al tratar de recordar (evocar) unos días después lo que hemos aprendido nos damos cuenta de que necesitamos repasar? Nada negativo, todo lo contrario: ese repaso será mucho más efectivo que si repasamos una y otra vez sin intentar explicárnoslo. Al consultar lo que no recordamos, nuestro cerebro acabará de hacer las conexiones que le faltaban.

Cómo pueden los docentes fomentar el aprendizaje

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

De todo lo que hemos visto se desprende que enseñar consiste en ayudar a los alumnos a aprender, ya que los conocimientos no se pueden transferir de una mente a otra, y que para aprender hay que darle sentido a lo que aprendemos. Por lo tanto, al preparar cualquier actividad, los profesores deberían preguntarse en qué pensarán sus alumnos al hacerla: ¿la actividad les permitirá darle un significado al conocimiento que les quieren transmitir mediante esa actividad? ¿podrán establecer relaciones con otros conocimientos adquiridos, interpretar los resultados, ver analogías? Recordemos aquí la importancia de la evocación y de espaciar la repetición de un mismo aprendizaje como ingredientes esenciales de la “receta”.

Finalmente, algunas consideraciones sobre cuatro cuestiones:

La motivación: promover la motivación de los alumnos no consigue per se que estos aprendan, pero sí consigue que estos dediquen más tiempo y esfuerzo a aprender. Como hemos visto, aprender requiere esfuerzo, además de confianza.

Trabajar en el error: que un alumno falle en un aprendizaje no significa que no lo pueda aprender, sino que todavía no lo ha aprendido. Aunque se haya equivocado, si se ha esforzado, tiene que recibir una validación positiva.

Sistema de evaluación: lo adecuado sería evaluar mediante pruebas en las que los alumnos tengan que demostrar que han entendido los conceptos, en lugar de mediante pruebas basadas en la memorización de estos conceptos. Asimismo, tal como señala el experto en una entrevista publicada en Magisnet: «Debería servir para ver en qué punto del aprendizaje está uno y darse cuenta de si necesita más para conseguir el objetivo o si ya es suficiente y puede seguir con otro tema».

Las emociones: solemos recordar mejor los episodios de nuestra vida que son emocionalmente intensos. Esto es cierto. Ahora bien, una actividad de aprendizaje de este tipo no garantiza que el alumno vaya a recordar lo que se le enseñó durante esa actividad, más bien al contrario, ya que las emociones intensas secuestran la capacidad de razonamiento. No obstante, esto no significa que las emociones no sean un elemento a tener en cuenta en el aprendizaje: son importantes porque en el aula debe haber un buen ambiente que promueva la confianza y permita el error, y porque van ligadas a la motivación que nos empuja a hacer lo necesario para aprender: dedicarle más tiempo, más atención y esfuerzo.

En la charla del vídeo de arriba de Aprendemos Juntos, Héctor Ruiz también explica para qué tipos de aprendizaje son útiles las reglas mnemotécnicas, cómo actúan las estrategias visuales o si es conveniente estudiar con música.

Si queréis profundizar más en cómo aprende mejor el cerebro, este experto en psicología cognitiva ha publicado varios libros, entre ellos Aprendiendo a aprender y ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y a la enseñanza.